Segundo "Via Lucis". Quince estaciones de luz

 

 

 

 

 

           

 

 

 

 

 

 

 

 

Ha llegado el tiempo de “soñar y diseñar juntos el futuro”. Y en esta tarea el Resucitado  acompaña a su pueblo, a los pueblos de toda la tierra.

           

Los que seguimos a Jesús seguimos al Viviente, al amante de la Vida, al que busca que todos tengamos vida y vida en abundancia. Los bautizados sabemos que estamos inmersos en una corriente de vida esperanza, cuya fuente queremos recordar.

           


Estación de la luz primera

 

            El ángel del Señor anuncia la resurrección a las mujeres

 

            Al despuntar el alba del primer día de la semana fue María Magdalena con la otra María a examinar el sepulcro. Sobrevino un gran temblor pues un ángel del Señor hizo rodar la piedra y se sentó encima……

“Vosotras no temáis. Se que buscáis a Jesús crucificado. No está aquí, ha resucitado…. Id a decidlo a los discípulos, que irá delante a Galilea y allí le encontraréis.

 

Las mujeres, testigos de la muerte y la sepultura, serán las primeras en recibir la Buena Nueva: está vivo. No hay descripción de la resurrección, es imposible, sólo hay un acontecimiento que  nos revitaliza y nos da fuerzas para vivir.

 

            Padre, bendito seas por dar la razón a Jesús.

            Padre, danos ojos abiertos y corazón sencillo

Así oiremos: “No tengáis miedo, jamás”.

 

Estación de la luz segunda

 

Las mujeres llenas de alegría llevan el mensaje

           

            Se alejaron corriendo del sepulcro, llenas de miedo y gozo, y corrieron a darles la noticia a los discípulos.

            Jesús les salió al encuentro:

-      Alegraos, yo os saludo.

Ellas se acercaron, se abrazaron a sus pies y se postraron ante El.

Jesús les dijo: “No temáis. Id a avisar a mis hermanos que vayan a Galilea donde me verán”

 

            El Señor despeja las dudas de las mujeres: se postraron, le adoraron, cosa que no hacían antes.

            Se nos invita a un encuentro que será “en Galilea”, en los lugares de nuestra vida, allá será donde el Señor nos sorprenda. El testigo lo es de algo que le ha pasado y ha cambiado su miedo en paz, su tristeza en alegría.

 

            Señor Jesús que sales a nuestro encuentro

            Que seamos capaces de reconocerte

            Y saber narrar esta experiencia a los otros.

 


Estación de la luz tercera

 

Jesús libera a María Magdalena

 

            María estaba frente al sepulcro, sola, llorando.

            “¿Por qué lloras?”

            Porque se han llevado a mi maestro y no sé donde lo han puesto.

            Se dio media vuelta y ve a Jesús pero no le reconoció.

            Jesús le dice:

            ¡María!

            Ella se vuelve y le dice: Rabbuni, que quiere decir Maestro.

            Jesús le dice: “Suéltame que todavía no he subido al Padre.

Y María corrió a narrarles a los discípulos…

 

            Es el momento de qué cosas hace el amor, el sentirse querido. Basta un palabra: “María” y como en el Cantar de los cantares: Encontré al amor de mi alma, lo agarraré y no lo soltaré.

Y corre a contarlo, como hizo la samaritana  Un mensaje para nosotros y nuestra Iglesia: menos nostalgias y más escuchar al Viviente.

Una mirada, una llamada que nos transfigura, nos reconfigura. Nos han llamado por nuestro nombre. Es tiempo de soñar juntos

 

Señor, gloria y honor a ti que

 me llamas y me pones en pie , y  me das alegría y esperanza.

 

           

Estación de la luz cuarta

 

Camina con ellos, les explica la Escritura

y le reconocen al partir el pan.

 

            Aquel mismo día iban dos de ellos camino de Emaus. Iban comentando todo lo sucedido… Jesús se puso a caminar con ellos… pero ellos no le reconocieron. “¿De qué conversáis por el camino? les dice Jesús.

            … lo de Jesús Nazareno…. Nosotros esperábamos….

Y comenzando por Moisés les explicó lo que en la escritura se refería a él.           

            Al acercarse a la aldea le dicen: “Quédate con nosotros que se hace tarde….”

Mientras estaban a la mesa tomó el pan, lo partió y se lo dio…Se les abrieron los ojos….¿No ardía nuestro corazón cuando nos hablaba por el camino? Se levantaron y volvieron a Jerusalén y contaron.

 

            Acompañados por el camino de la vida, también cuando vuelven derrotados. Y con palabras una vez más les abre el corazón. Y su gesto posibilita el encuentro.

Ahora todo es distinto y aunque es de noche se puede volver a Jerusalén. Hay que narrarlo, hay que contarlo. No estamos solos, sigue con nosotros.

 

Al compartir el camino de la vida, las preocupaciones, y el pan y vino le abrimos las puertas a su presencia.

El camina con nosotros también ahora que vamos saliendo del túnel de la pandemia

 

Bendito seas Señor, compañero de camino.

Ábrenos los sentidos de la solidaridad y la fraternidad.

Bendito seas pues te cuelas por esos resquicios.

 

           


 

Estación de la luz quinta

 

Reunidos, pero con las puertas cerradas,

el Señor se presenta en medio de ellos.

 

            Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Llegó Jesús y se colocó en medio y les dice:

            _Paz a vosotros.

Dicho esto les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron al ver a Jesús. Jesús repitió:

            -Paz a vosotros. Como el Padre me envió yo os envío a vosotros.

            Dicho esto sopló sobre ellos y les dijo: “Recibid el Espíritu Santo y a quienes les perdonéis los pecados les quedan perdonados.

 

            Con miedo, encerrados, como sin futuro, el Señor se hace presente.  “Cuando estéis reunidos en mi nombre, allí estoy yo”. Y su presencia hace vivir la paz y el Espíritu que nos saca del encierro.

            Acogerlo conlleva esa experiencia de profunda alegría que ha acabado con el miedo. ¿Cómo tener miedo si sigue con nosotros, si está entre nosotros?

           

Estación de la luz sexta

 

Y también Tomás creyó más allá de sus dudas.

 

A los ocho días estaban los discípulos reunidos y Tomás con ellos. Vino Jesús con las puertas cerradas y se coloca en medio: “Paz a vosotros”.

Después dice a Tomás:”Mete aquí el dedo y mira mis manos….”

Contesto Tomás. “Señor mío y Dios mío”

Seguían con miedo. Y Tomás esta vez está con la comunidad. Y ahora si puede creer. Cree que el que está vivo es el mismo que pateó Palestina con ellos. El Señor es el que pasó haciendo el bien, liberando y hablando de un Dios Abba que traía el Reino. Es el que le enseña en sus manos el dolor del mundo.

Necesitamos cuidar la comunidad, hacerla “amable” acogedora, sostenedora de la fe de los más débiles.

Señor Dios bueno

Te bendigo pues haces que mis dudas

Se tornen en confianza en tu cercanía.

 


 

Estación de la luz séptima

 

Otra vez junto al lago. Te volvemos a encontrar,

nos vuelves a llamar.

 

Dice Simón Pedro junto al lago. “Voy a pescar”. “Vamos contigo”.

Pero aquella noche no pescaron nada. Ya de mañana estaba Jesús en la playa. ¿”Tenéis algo de comer”? les dice. “No”, contestan

“Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis”.

Lo hicieron y no podían con la cantidad de peces.

“Es el Señor” le dice a Pedro el discípulo predilecto.

En la orilla les dice Jesús: “Venid a almorzar”

Ninguno se atrevía a preguntarle quien era pues sabían que era el Señor. Llega Jesús toma pan y se lo reparte; lo mismo el pescado.

 

Han vuelto a Galilea, a las tareas de siempre. Y allí les espera el Señor. Pero extrañamente responden a la invitación a volver a echar la red, a pescar. “Os haré pescadores de hombres”, resuena en el fondo. Ellos colaboran, ponen de su parte y se hace posible el encuentro en la orilla del lago. Como ocurrió antes. Pero ahora es “el Señor”, ya no es Jesús, es Jesu-cristo quien llama y en torno a la mesa renace la esperanza.       


 

Estación de la luz octava

 

Vosotros sois los testigos. Contaréis

con la fuerza de lo alto

 

Vosotros sois testigos de todo esto. Yo os envío lo que el Padre prometió. Vosotros quedaos en la ciudad hasta que desde el cielo os revistan de fuerza.

Después los sacó hacia Betania y alzando las manos los bendijo.

 

Está claro que Jesús no quiere tanto adoradores cuanto testigos, personas y comunidades que hagan presente lo que empezó en Galilea. “Enchufados” al Señor.

 Estamos llamados hoy a buscar espacios de encuentro y escucha del Señor,  que nos revolucionen, nos resuciten y que nos posibiliten ser testigos.

 

Estación de la luz novena

           

Reunidos en torno a María aguardan la señal.

 

Se volvieron a Jerusalén desde el monte de los Olivos que dista de Jerusalén sólo un camino de sábado. Cuando llegaron subieron al piso superior donde se alojaban Pedro y Juan, Santiago y Andrés, Felipe y Tomás, Bartolomé y Mateo, Santiago el de Alfeo, Simón y Judas de Santiago. Todos ellos, con algunas mujeres, la madre de Jesús y sus parientes, persistían unánimes en la oración.

Un día de aquellos Pedro habló a los hermanos, unas ciento veinte personas…..”….de todos los que nos acompañaron mientras Jesús entraba y salía entre nosotros, desde el bautismo de Juan hasta que nos fue arrebatado, uno tiene que ser con nosotros testigo de la resurrección (Hechos 13ss)

 

La comunidad va tomando conciencia de la misión y de la debilidad. Apoyarse y buscar apoyo en el Señor son las dos dimensiones para caminar; dejarse habitar, ser hombres y mujeres nuevos,  entusiasmados, apasionados por el Reino, dispuestos a liberar.

 

            Son hombres y mujeres que le han seguido y ahora se disponen a seguirle y a proseguir su obra. e. La luz no se puede encerrar. El Espíritu no se puede sujetar.

 

 


 

 Estación de la luz décima

 

Y el viento les arrastró a la misión.

Cuando llegó el día de Pentecostés estaban todos reunidos. De repente vino del cielo un ruido como de viento huracanado que llenó toda la casa donde se alojaban. Aparecieron lenguas como de fuego repartidas y posadas sobre cada uno de ellos. Se llenaron todos de Espíritu Santo y comenzaron a hablar en lenguas extranjeras, según el Espíritu Santo les permitía expresarse.

 

Todos aquellos hombres y mujeres temerosos son ahora transformados. Ya tienen la fuerza para salir y proseguir la tarea desde Jerusalén hasta los confines del mundo.

Una nueva época comienza. En los últimos tiempos derramaré mi Espíritu sobre todo el pueblo.

La misión es la tarea de la comunidad.  Su tarea de “insuflar Espíritu y vida” en medio de nuestra historia, ser sal y luz en nuestro mundo.

Estación de la luz onceava

 

Y se comenzó a vivir la vida nueva:

las primeras comunidades

 

Los que aceptaron sus palabras se bautizaron y aquel día se incorporaron unas tres mil personas. Eran asiduos a escuchar la enseñanza de los apóstoles, en la solidaridad, la fracción del pan y las oraciones. Ante los prodigios y señales que hacían los apóstoles una gran admiración creció en el pueblo. Los creyentes estaban  muy unidos y poseían todo en común, vendían sus bienes y posesiones y repartían según las necesidades de cada uno. A diario acudían al templo, en sus casas partían el pan, compartían la comida con alegría y sencillez sincera. Alaban a Dios y todo el mundo los estimaba.

 

La comunión y la alegría nos hablan de esa novedad de vida expresión de la resurrección. Unidos y a la escucha del Señor y al servicio de los hermanos manifiestan la bondad de Dios.

El testimonio es básicamente cuestión de ser, de vivir, y no tanto de obrar, de hacer cosas. Nuestra iglesia necesita hacerse “amable”, comunidad que se convierte en  propuesta de vida sana.

 La escucha de la palabra nos anclará en Dios y la escucha de los problemas de los hombres y mujeres nos anclará en la tierra.

 


Estación de la luz duodécima

 

Y eran valientes para anunciar

 

Les llamaron y les ordenaron abstenerse absolutamente de hablar y enseñar en nombre de Jesús. Pedro y Juan les replicaron: “¿Le parece justo a Dios que os obedezcamos a vosotros antes que a él?. Juzgadlo. Lo que es nosotros no podemos callar lo que sabemos y hemos oído.

( En otra ocasión tras salir de la cárcel) Pedro y los apóstoles replicaron: “Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios de nuestros padres ha resucitado a Jesús a quien vosotros ejecutasteis colgándolo de un madero. Al mismo dios lo ha exaltado a su derecha::: (Hec 4.18-20. 5,29-31)

 

No estaban dispuestos a contemporizar. Se imponía la autenticidad, la fidelidad al Resucitado. Sólo así ofrecerían “vino nuevo en odres nuevos”, Sólo así serían esperanza de los marginados Sólo así proseguiría la causa de Jesús.

Nosotros que corremos muchos riesgos de adaptarnos, de dejarnos asimilar por la cultura, por los estilos de vida dominantes de este sistema económico caníbal debemos acercarnos más a la alegría y autenticidad de los primeros.

Es tiempo de soñar juntos un mundo nuevo.

Necesitamos configurar comunidades acogedoras,

samaritanas, significativas.

 


 

Estación de la luz decimotercera

 

Y prosigue adelante la tarea de liberación

 

Pedro y Juan subían al templo para la oración de la tarde. Un hombre lisiado de nacimiento solía ser transportado diariamente y colocado junto a la entrada llamada la Hermosa para que pidiese limosna. Al ver entrar a Pedro y Juan les pidió limosna.

Pedro acompañado de Juan lo miró fijamente y le dijo: “Míranos”. Y añadió: “Plata y oro no tengo, pero lo que tengo te lo doy: en nombre de Jesucristo el Nazareno echa a andar.

Lo agarró de la mano derecha y lo levantó…. Y entró con ellos en el templo. (Hech 3,1ss)

 

Ahora nos volvemos a encontrar con “aquella mirada con entrañas de misericordia” y con aquel gesto que levanta, resucita y hace andar a quien estaba en los márgenes, y lo reintegra, le devuelve la dignidad: “entró con ellos en el templo” donde el acceso estaba prohibido para algunos.

Los signos del Reino avanzan. Lo de Jesús no se paró. Las víctimas tienen futuro. Este mundo en el que sólo tienen sitio el 30% de la población está transido por una fuerza que lo quiere revolcar. Está en estado de gestación de “otro mundo posible”. Hay muchos y muchas tocadas por la resurrección que le abren paso.


 

Estación de la luz decimocuarta

 

La onda de la vida comienza su expansión: en Samaria

 

En aquellos días se desató una persecución contra la Iglesia de Jerusalén, de modo que todos, excepto los apóstoles se dispersaron por el territorio de Samaria. (…) Felipe bajó a una ciudad de Samaría y allí proclamaba al Mesías. Oyendo y viendo las señales que hacía la gente escuchaba concorde lo que decía. Espíritus malos salían de los poseídos, paralíticos y lisiados se curaban y la ciudad rebosaba de alegría.

En Jerusalén se enteraron de que en Samaria habían aceptado la palabra de Dios y les enviaron a Pedro y a Juan. Los cuales bajaron y rezaron para que recibieran el Espíritu santo. Les impusieron las manos y recibieron el Espíritu Santo.

 

Ahora ya es tiempo de salir, es tiempo de llegar a todos. La Buena Nueva del Resucitado tiene un dinamismo universal, en lo geográfico y en lo antropológico. Los que le conocieron,  ¿cómo no iban a compartir su experiencia salvadora?

Lo que empezó en Galilea “tenía vida” y daba vida y esperanza.

¡Cómo no bendecir al Padre por este dinamismo que ha llegado hasta nosotros!

 


 

Estación de la luz decimoquinta

 

Y se abre el camino a todos los rincones

y hasta los cielos nuevos y la tierra nueva.

 

En la Iglesia de Antioquia había profetas y doctores: Bernabé, Simón el Negro, Lucio el Cireneo, Manajem hermano de leche de Herodes y Saulo. Durante una liturgia de acción de gracias al Señor, acompañada de ayuno, el Espíritu dijo:

-      Apartadme a Bernabé y a Saulo para la tarea a la que les tengo destinados.

Ayunaron, oraron e imponiéndoles las manos les despidieron. Así enviado por el Espíritu bajaron a Seleucia, de allí navegaron a Chipre, y llegados a Salamina anunciaban la palabra de Dios en las sinagogas judías. Llevaban a Juan como ayudante (…) Al volver del largo viaje reunieron a la comunidad y les contaron lo que Dios había hecho por su medio y cómo habían abierto a los paganos la puerta de la fe. (Hech 13,1ss.14,27)

 

 

Y aquella corriente de vida de un ajusticiado, aquella fuente de vida y esperanza para todos los crucificados, para todos los indignados, para todos los buscadores de vida auténtica, para todos los buscadores de otro mundo posible se convirtió en una historia que provocó una nube de testigos, de hombres y mujeres que han hecho de sus vidas un canto de amor y cariño, que han hecho nacer flores y sonrisas también en los estercoleros. En esta corriente nos encontramos.