Artículos sobre Tierra Santa (3)

ÍNDICE DE ARTÍCULOS

  • Pero...¿hay árabes cristianos?
  • Los monjes etíopes confinados al techo de la La Basílica del Santo Sepulcro
  • Diez hitos en la historia de la Tierra que visitaremos
  • Confesiones cristianas en el Santo Sepulcro
  • Ultima semana de la vida de Jesús
  • Jesús contempló el valle del Cedrón con su cementerio y mausoleos actuales.
  • Los judíos ortodoxos o haredim.
  • Masada, el último rincón de la resistencia judía contra los romanos.

Pero... ¿hay árabes cristianos?

Todas nuestras peregrinaciones concluyen en el templo de Nuestra Señora de Fátima en Bet Sahaur (Belén). Aquí se reúne una comunidad de cristianos árabes que llama la atención de todos aquellos que a ella acuden. Por varios motivos: por su número y vitalidad, pero especialmente porque toda la liturgia se celebra en árabe. ¿Es que hay árabes cristianos? ¿Los árabes no son musulmanes?

 

Para muchos peregrinos  este es uno de los descubrimientos durante su estancia en Tierra Santa: descubren que no sólo se puede ser cristiano y árabe, sino que la mayoría de los cristianos de Tierra Santa reclaman con orgullo esta doble identidad: árabes y cristianos.

 

Occidente prefiere hablar  de cristianos orientales. Pero es un término muy genérico. Los ortodoxos rusos y los armenios también son cristianos orientales.Una de las razones por las que Occidente prefiere hablar de  cristianos orientales es, quizás,  porque a menudo equipara el árabe con el musulmán, dada la imagen negativa que habitualmente se tiene de los musulmanes en Occidente. Los cristianos árabes, sin embargo, dicen: "nosotros ya éramos cristianos antes de la llegada del Islam y, por lo tanto, nada tenemos en común conlos musulmanes".

 

Recordemos que en los Hechos de los Apóstoles ya se les cita  (Hechos 2,1-11) 

 

Los cristianos árabes en la Historia

Hay tres períodos principales de los cristianos en el mundo árabe o

cristianos árabes.

Antes del Islam, primer período, cuando había paganos,  judíos y cristianos en la Península Arábiga, desde los primeros siglos de nuestra era, ya se había establecido allí el cristianismo.

 

Segundo período, tras la aparición del Islam. Teniendo en cuenta la influencia de esta nueva religión en la sociedad, los cristianos podrían haber elegido aislarse y arriesgarse a desaparecer, pero eligieron interactuar con los recién llegados y vivir como cristianos en el corazón del Islam; adoptaron la lengua árabe en su vida cotidiana y en la vida eclesial, tanto en la liturgia como en la administración. Más, contribuyeron a la formación de la cultura árabe. Fueron ello quienes tradujeron la cultura griega a la cultura árabe, del griego al árabe.

 

Finalmente, los cristianos desarrollaron una herencia árabe cristiana entre los siglos VII y XIV que se llama acertadamente "El patrimonio árabe cristiano" y que ha dejado al menos 50.000  manuscritos árabes cristianos, que tratan  sobre liturgia, derecho, teología, hagiografía... 

 

Y desde entonces los cristianos árabes no han sido espectadores pasivos de la evolución árabe, sino protagonistas efectivos.

"Si estamos aquí, en medio del mundo árabe  es porque Dios nos quiere aquí. No somos una Iglesia en el ámbito musulmán, más bien somos una Iglesia para el Islam y para el mundo árabe, que realmente es parte del mundo y parte de la Historia de la Salvación", señala Naizar Halloun, un sacerdote católico arabe en Palestina.


Los monjes etíopes confinados al techo de la Basílica del S. Sepulcro

Los monjes ortodoxos etíopes,  recluidos en los tejados de la Basílica del Santo Sepulcro, se resisten a ser marginados por el resto de las comunidades cristianas encargadas de la custodia  de la iglesia más venerada de la cristiandad. En 1808 un incendio destruyó los documentos que sustentaban sus derechos custodios y desde entonces se vieron obligados a trasladar su monasterio al techo de la venerada iglesia. Y allí malviven, alejados del bullicio que, unos metros más abajo, generan los lugares en que fue crucificado y enterrado su Señor. Una diminuta  aldea africana es lo que descubre el visitante; un grupo de chozas  de barro, bajas y amontonadas, de las que sale constantemente un ruido de cacharros de cocina.

 

La presencia etíope en Jerusalén se remonta  al siglo IV, como atestiguan las crónicas de San Jerónimo. Cruzados y peregrinos reseñan también la presencia de abisinios a lo largo de los siglos en la ciudad santa. Los monjes cuentan que fue la reina Elena  quien les dio las llaves del  Santo Sepulcro y, aferrados a esa convicción, se consideran los representantes de todos los africanos en Tierra Santa. En 1808 un incendio devoró los documentos que recogían sus derechos históricos a la custodia del Santo Sepulcro. Entonces los representantes de  las otras cinco confesiones cristianas con idéntico cometido –católicos, ortodoxos griegos, coptos, armenios y sirios- aprovecharon para expulsarlos de la Basílica. Inasequibles a  dicha determinación, los monjes tïopes, como pecadores expulsados del paraíso, se trasladaron al tejado.

 

La iglesia de San Miguel  y la santa azotea

En un costado, a mano derecha de la puerta principal de entrada a la Basílica, una portezuela de madera, de apenas metro y medio, permite acceder a la capilla de San Miguel, donde los monjes realizan sus cultos, y subir al monasterio de “Los guardianes negros del santo sepulcro”, como se les denomina.

Traspasada la entrada, nos encontramos con una bella capilla, que  un monje cuida y protege, mientras espera unas monedas de los visitantes. Está adornada con pinturas etíopes de santos  y la inevitable representación del encuentro del rey Salomón y la reina de Saba, quienes demuestran su afinidad con la Biblia y Tierra Santa; lo que, a su vez, explica que en  muchas de sus practicas cristianas  aparezcan influencias del judaísmo, tales como la circuncisión de los varones o la observancia de determinadas leyes de pureza.

 

Una pronunciada escalera dará acceso  a una nueva capilla que los monjes utilizan también para sus oraciones en momentos determinados de sus celebraciones. Ella dará acceso a las precarias viviendas de los monjes, de condiciones insalubres, sin agua  corriente ni luz. Allí viven  en soledad, olvidados. Te recibirán con una sonrisa.

 

La propiedad del monasterio etíope, en el techo, siempre ha sido apelada  por los coptos, que aducen que les pertenece. El 1838 hubo una epidemia en Jerusalén y todos los monjes abisinios murieron; los coptos se apoderaron del monasterio y, según los etíopes, quemaron la biblioteca y los documentos que convalidaban sus derechos de custodia del Santo Sepulcro. Muertos los monjes y quemada la biblioteca, podrían haber desaparecido de Jerusalén, sin embargo consiguieron permanecer gracias a las ayudas del Mandato Británico.

 

La lucha entre las iglesias ortodoxas etíope y copta continua la actualidad.  Ni en el tejado de la iglesia del Santo Sepulcro les dejan vivir tranquilos a los humildes monjes abisinios. De allí también los quieren echar.


Diez hitos en la historia de la Tierra que visitaremos

Conviene tener siempre presentes en nuestra memoria estos diez importantes momentos en la Historia de la Tierra que visitaremos. Son fundamentales para entender los lugares que visitamos.

 

1.-David, fundador de la nación.

 

David (1004-955 a. C.) conquistó Jerusalén a los jebuseos, la convirtió en la capital e instaló allí el Arca de la Alianza, símbolo religioso al cual todos se sentían vinculados.

 

2.- Salomón construye el primer templo.

 

Salomón (965-928 a. de C.), hijo de David, consolida las victorias de su padre, pero a su muerte se dividió el país en dos partes: la del Norte, Israel, y la del Sur, Judá. Erige el primer templo en el lugar en el que está actualmente destruido  el segundo templo.

 

3.- Invasión de Babilonia y exilio.

 

Babilonia que, para el año 600 a. C. domina todo Mesopotamia, invade la tierra de Israel en el año 586 y deporta a sus habitantes, especialmente a  los nobles (586 a. C -537 a. C.). El pueblo de Israel sufrió la traumática experiencia del exilio. El primer templo, construido por Salomón, fue destruido. El salmo 137 rememora la presencia de Israel en Babilonia. ”Si me olvido de ti, Jerusalén, que se me paralice la mano derecha;  que se me pegue la lengua al paladar si no me acuerdo de ti”.

 

4.- Vuelven del exilio. Ciro el Grande. El segundo templo.

 

En el año 538 antes de Cristo, Ciro el Grande, el gobernante del Imperio persa que había vencido al imperio babilónico, permite a los judíos regresar a su Tierra y les concede el derecho de adorar a su Dios en Jerusalén y una cierta autonomía política. Alrededor de 50.000 regresaron a su Tierra  y construyeron el Segundo Templo bajo la supervisión y orientación del sacerdote Esdras.

 

5.- El imperio Romano. Jesús de Nazaret. Primera y Segunda revuelta judía. Destrucción del Templo.

 

En el año 63 a. C. Roma domina y controla todo el país, bajo una autonomía gobernada por Herodes el Grande. Jesús de Nazaret (27-30 d. C.) aparece en Galilea. En el año 66 d. C. se da la primera revuelta judía contra los romanos, que terminará con la invasión del país por Tito y Vespasiano y la destrucción del segundo templo,  que había sido ampliado y mejorado por Herodes el Grande.  En la década del 130 d. C. se dan nuevas aspiraciones nacionalistas y la segunda revuelta judía (132-135 d. C). El emperador Adriano arrasa Jerusalén y la nombra Aelia Capitolina. Se prohíbe la entrada de los judíos en Jerusalén. La puerta de Adriano, al lado de la Puerta de Damasco, recuerda este época. Así empezó la masiva diáspora, “dispersión” por el mundo, aunque una pequeña parte de los judíos siguió viviendo en el Norte de Palestina. Los judíos, los que se fueron y los que se quedaron, siempre soñaron con el regreso al monte Sión. Desde entonces, se despiden, brindan y hasta terminan  oraciones de Pascua con la frase “El año que viene en Jerusalén”.

 

6.- En la época bizantina (324-638). Constantino proclama  la religión católica como la religión oficial del imperio.

 

El tránsito del imperio romano al bizantino coincide con el cambio de capital del imperio de Roma a Constantinopla. (330 d. C.). Constantino legaliza el cristianismo y lo declara  religión del imperio (313 d. C.). Jerusalén recobra la grandeza del tiempo de Herodes, el Grande. Se construyen numerosas iglesias, aparecen monasterios por doquier y afluyen a peregrinos a visitar los Lugares santos.

 

7.- Presencia árabe  durante mas de cuatrocientos años (640-1099 d. C)

 

Los árabes, inflamados por la nueva fe predicada de  Mahoma (570-632 d. C), llegan a  Palestina, que se rinde ante el segundo califa, Omar, sucesor del Profeta. Jerusalén es embellecida por distintas dinastías.

 

8.- Período de la Cruzadas

 

El Papa Urbano II, en 1099,  convoca una cruzada para liberar los Santos lugares. El 15 de junio de 1099 ocupan la Ciudad Santa. En 1187 Saladino  derrota a los cruzados en los Cuernos de Hattin y en 1291, cae Acre, la última ciudad cruzada. Posteriormente vendrá el periodo mameluco y otomano. En esta última época Sulimán el Magnifico construye las actuales murallas de Jerusalén.

 

9.- Periodo moderno. “Día de la Independencia”, “Día de la destrucción”.

 

En 1947 las naciones sugirieron crear en Palestina dos estados. Los julios aceptaron la propuesta que fue rechazada por los árabes. La guerra estalló cuando los británicos, a cuyo cargo estaba el país, se retiraron. El 14 de mayo de 1948,  ejecutando la resolución 181 de la Asamblea General de las Naciones Unidas del 29 de noviembre de 1947, el entonces líder del Movimiento Sionista, David Ben Gurión, leyó el Acta de la Independencia que daba lugar al nacimiento de un Estado Judío en la Tierra de Palestina. En esta fecha se celebra el día de la Independencia de Israel. Al día siguiente, el 15 de mayo, los palestinos celebran el día de “Al Nabka”, día de la catástrofe o el desastre,  uno de los días más tristes de la historia del pueblo palestino.

 

10.- La guerra de los seis días.

 

Tras la guerra que estalló en 1967, del 5 al 10 de junio, Israel ocupó la ciudad vieja, hasta entonces en manos de Jordania, la parte occidental de Jerusalén, la Franja de Gaza, Cisjordania y los Altos del Golán del Golán.


Confesiones cristianas en el Santo Sepulcro

La basílica del santo Sepulcro es propiedad de varias confesiones cristianas. Diríamos que estas son las Iglesias cristianas que conviven en el templo que alberga el lugar de la crucifixión y el  Santo Sepulcro

 

 ·        Católicos, representados por los franciscanos

 ·        Ortodoxos griegos

 ·        Cristianos armenios

 ·        Cristianos Coptos

 ·        Cristianos “Siríacos”

 ·        La lglesia ortodoxa Etíope

 

Para entender a los diversos grupos hemos de tener en cuenta las divisiones que se han dado en el interior de la iglesia en el siglo IV y XI.

  

Iglesias  orientales o Iglesias nacionales orientales.

Se separaron de la Iglesia católica porque no aceptaron el Concilio de Calcedonia, en el siglo IV. En la actualidad: no admiten un Papa infalible o por encima de todos los obispos. Consideran  al Papa “primus inter pares” o el primero de todos los patriarcas Hay muchas diferencias en las practicas pastorales y en los ritos litúrgicos entre la Iglesia católica y estas Iglesias; pero escasas diferencias doctrinales.

 

Iglesias ortodoxas

Siglo XI: Cisma entre oriente y occidente. 

Hay pequeñas diferencias doctrinales y bastantes diferencias organizativas. Cada iglesia de depende de sus patriarcas. Hay 15 patriarcas.

 

Detalles de cada uno de los grupos cristianos en la Iglesia del Santo Sepulcro

Ortodoxos griegos. Es una de las quince iglesias mesocéfalas de la Iglesia ortodoxa. Tienen su origen en el cisma entre oriente y occidente en el siglo XI.

Hay pequeñas diferencias doctrinales y bastantes diferencias organizativas.Tienen la mayor parte del templo del Santo Sepulcro.

 

Católicos. La Iglesia Católica en Medio Oriente es conocida como la "Iglesia Latina". En el siglo XIV, la orden franciscana llegó a Tierra Santa. Los frailes franciscanos renovaron y construyeron lugares sagrados. El Papa les confió la custodia de Tierra Santa.

 

Armenios. Los armenios fueron los primeros en aceptar el cristianismo como religión nacional y existen evidencias de una presencia armenia permanente en Jerusalén desde el siglo IV. Tienen Patriarca propio. La catedral, el monasterio armenio y sus alrededores forman su propio barrio en la ciudad vieja de Jerusalén.

 

Coptos. Nombre que se da los cristianos de Egipto, en razón del idioma que usan en la liturgia. Pueden ser ortodoxos, católicos o protestantes. Patriarca propio. Los coptos del santo sepulcros son ortodoxos. Pertenecen a los grupos de Iglesias orientales separadas de la Iglesia católica en los primeros siglos.

  

Cristianos “Siríacos”. Son cristianos ortodoxos que hablan y rezan  en arameo, la lengua de Jesús, en el dialecto siriaco. Tienen patriarca propio.  Pertenecen  a los grupos de Iglesias orientales separadas de la Iglesia católica en los primeros siglos. Hay muchos cristianos siriacos en Turquía y Estados Unidos.

  

Etíopes. Pertenecen  a los grupos de Iglesias orientales separadas de la Iglesia católica en los primeros siglos. Representan al primer país cristiano en África, Etiopía. Dependen del Patriarca de los coptos.

Algunas de sus prácticas pastorales son curiosas. Por ejemplo, practican ritos propios del judaísmo: Los niños varones son circuncidados al octavo día de su nacimiento. Tienen dos días santos: el domingo y el sábado. Al igual que las mujeres judías ortodoxas, Las cristianas etíopes deben cubrirse el cabello con un pañuelo en el templo.  Los hombres y las mujeres se sientan en lugares separados durante las ceremonias, como también ocurre en el judaísmo ortodoxo. Los fieles se quitan los zapatos cuando entran al templo…

 


La última semana en la vida de Jesús

Según los estudiosos de los evangelios, parece ser que el evangelista Marcos es el que con más veracidad histórica refleja y describe la cronología de la  última semana  de Jesús, pasada íntegramente en Jerusalén, y que terminó en la cruz.

 

Así se concretaría:

 

Jesús, parece ser, llegó a Jerusalén, a pie, desde Cafarnaún, juntamente con sus discípulos y discípulas, bordeando el río Jordán, aproximadamente ciento veinte kilómetros. Ascendería a Jerusalén desde Jericó el sábado, donde descansaría y celebraría el Sabat, y, desde aquí, se dirigiría a Betania, donde pernoctó en casa de sus amigos, Lázaro Marta y María.

 

El domingo subió desde Betania a Betfagué, barrio situado en lo alto del Monte de los Olivos,  y desde allí inició su marcha hacia el Templo, sentado en una borriquilla, en contraposición a los grandes mandatarios romanos que entraban a caballo. Sus discípulos y los que le veían pasar le aclamaban: “¡Hosanna! ¡Hosanna!”.

Probablemente entró al Templo por la Puerta Dorada o de la Misericordia, cerrada desde 1541 por orden del emperador otomano, Solimán el Magnífico, para evitar que el Mesías  entrara a la ciudad a través de ella. Según la tradición judía, el Mesías, en su venida utilizaría  dicha puerta para entrar en la ciudad,  precedido del profeta Elías.

 

El lunes, martes y miércoles, desde el Monte de los Olivos o desde Betania donde probablemente pasó la noche, iría al Templo  con sus discípulos a anunciar su mensaje. En el evangelio de Marcos se nos narran muchos de los relatos y hechos que tuvieron lugar en estos días en el entorno de Templo: Maldición de la higuera (11, 12-14) con purificación del templo (11, 15-18); los viñadores homicidas y el gran sermón escatológico (11,20-13,37); la decisión de los sacerdotes de prender a Jesús y Cena en Betania.

 

El jueves, al atardecer, después de un día ajetreado, salió, según el evangelista, hacia del Monte de los Olivos con sus discípulos y  se dirigió por el Valle del Cedrón al el segundo piso de una casa ubicada en el Monte Sión y celebró la Ultima Cena.

 

Posteriormente, al anochecer, fue de nuevo con sus discípulos a la cueva de Getsemaní, en el Monte de los Olivos, donde lo prendieron y fue conducidop por el camino del Valle del Cedrón al palacio de Caifás, presumiblemente ubicado en la llamada iglesia de San Pedro de Galicantu. 

Tras permanecer una noche en las cárceles del Sumo Pontífice del Sanedrín, fue trasladado al palacio de Herodes, donde según Flavio Josefo siempre se alojaba el prefecto romano, en este momento Pilato, que se acercaba todas las Pascuas desde Cesarea del Mar hasta Jerusalén para evitar disturbios.

Desde el palacio de Herodes, tras ser torturado, puntualiza Lucas,  Pilato lo envió a donde Herodes Antipas,  alojado en la Torre Antonia, quien se lo devolvió a Pilato para que lo juzgara y condenara.

Desde el  Palacio de Pilato fue llevado al Gólgota, donde fue crucificado.

Se cree que el camino recorrido por Jesús a la cruz iría, normalmente, desde el Palacio de Herodes, por la calle de David, hasta lo que hoy es la Basílica del Santo Sepulcro. El recorrido del actual vía crucis fue trazado por los franciscanos en siglo XI como devoción para sintonizar mejor y durante más tiempo con los sentimientos de Jesús en el camino hacia su muerte. No correspondería a la verdad histórica.

Al atardecer del viernes fue retirado de la cruz y José de Arimatea pidió su cuerpo a Pilato y lo enterró en un sepulcro de su propiedad próximo al lugar de la crucifixión. 


Jesús contempló el valle del Cedrón con su cementerio y mausoleos actuales

 

Cruzando la Puerta de San Esteban, también llamada Puerta de los Leones, bajamos al Valle del Cedrón, justo en frente del Monte de los Olivos, de la Iglesia de las Naciones y del Huerto de Getsemaní. Por aquí pasaba Jesús muy a menudo para llegar al Monte de los Olivos y para dirigirse a Betania. Fue uno de los paisajes que más contempló en la última semana de su vida. Por aquí salió para celebrar la Ultima Cena; a unos metros de él  fue prendido; éste fue el camino que recorrió cuando, ya detenido, se le llevó ante Caifás para ser juzgado.

 

Juan, el evangelista y apóstol, no olvidó el nombre de este valle. Le traía muchos recuerdos gozosos e ingratos. Juntos con el Maestro lo había cruzado en numerosas ocasiones. Así lo recuerda en su evangelio: “Después de decir estas palabras, Jesús fue con sus discípulos al otro lado del arroyo del Cedrón, donde había un jardín (el Huerto de los Olivos). Allí entraron El y sus discípulos (Juan 18,1)

Originariamente era un valle mucho más profundo del que hoy podemos contemplar, y el río Cedrón vertía  sus aguas sobre él.

 

Los judíos suelen llamarlo el Valle de Josafat, el lugar donde ellos consideran que tendrá  lugar el Juicio Final y donde llegará el final de los tiempos. “Reuniré a todas las naciones y los haré descender al Valle de Josafat.  Aquí entraré en juicio con ellos a cerca de mi pueblo Israel, mi heredad. (Joel, 3,2). No es extraño que Cedrón, Kidrón, en hebreo signifique “oscuridad”, “sombra”.

En este lugar, muy especial para los judíos por su sentido, han tenido lugar desde la antigüedad enterramientos mirando al templo de Jerusalén. Y por ello se encuentra aquí el cementerio judío por excelencia con multitud de blancas y cuidadas tumbas.

Testimonio de la tradición judía de enterrar en este lugar son, por otra parte, los grades mausoleos que se encuentran diseminados por todo el Valle del Cedrón y que datan la casi totalidad de ellos de  siglos antes de la era actual. Sobresalen por su monumentalidad y grandeza de las tumbas de Absalón y  de los Hijos de Hazir, la tumba de Zacarías y la tumba de la Hija del Faraón, el monumento  funerario más antiguo de todos ellos.

 

Puesto que en tiempos de Jesús el lugar ya era  un blanco y pulcro cementerio y  los grandes monumentos funerarios señalados ya estaban en  el valle del Cedrón, tenemos la certeza de que  Jesús los contempló y hasta con gran probabilidad le inspiraron su sentencia: “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas, porque sois como sepulcros blanqueados! Por fuera se ven hermosos, pero dentro están llenos de huesos de muertos y putrefacción” (Mateo 23, 27).


Los judíos ultraortodoxos o haredim

Los vemos a los pies del Muro de  las Lamentaciones o cuando nos cruzamos con ellos por las calles de Jerusalén. Se les reconoce por sus tirabuzones de pelo rizado, sus sombreros negros y sus peculiares trajes de seda negra o blancos  con finas rayas.  A las mujeres  se las distingue por sus austeras  faldas que caen por  debajo de sus rodillas, por su cabello cubierto y, a menudo, con el pelo rapado que cubren con variadas pelucas.

Dejamos algunos retazos  que nos ayuden a saber que hay detrás de estos hombres y mujeres que  constituyen ya el 8% de la sociedad israelí y más de 25 en la población de Jerusalén.

Son los llamados haredim -temerosos  de Dios- que se consideran a sí mismos como los guardianes de las esencias de la Torá, el Pentateuco, y el Talmud, las enseñanzas dejadas por rabinos a través de los tiempos. Todos los que no son haredim, incluidos los judíos  más observantes, son goyim, es decir paganos, de los cuales hay que protegerse. Tienen 613 preceptos nacidos  de la Torá.

 

Diferencia entre los grupos

A pesar de su aparente homogeneidad, son grupos muy divididos. En un principio la división es fundamentalmente geográfica: Askenasis, procedentes de centro Europa, y sefardíes, procedentes de países de habla castellana o del Norte de África y Turquía, hacia donde fueron los judíos españoles expulsados por los Reyes Católicos;  y de idioma: yidish para los askenasis y ladino para los sefardíes, si bien ambos grupos conocen y dominan el hebreo.

Hoy en día la ultra-ortodoxia askenasi está también dividida no tanto doctrinalmente cuanto en prácticas. Dos divisiones son las más comunes: hasidim y  litaim. Los hasidim es un movimiento más místico, dentro de los haridím y con una organización muy jerárquica. Estos llevan tirabuzones más largos. Los “litaim” son originarios de Lituania y están organizados en pequeños grupos o comunidades, reunidos en torno a su yeshivá o centro de estudio sobre la Torá. Los tirabuzones más cortos y barbas bien cortadas son prerrogativa de los “litaim” o “sefardíes”

 

Hay, también, entre los tres grupos, diferencias en razón del mayor o menor rigor en la aplicación de las reglas. La vida de los tres grupos está codificada al milímetro por las autoridades rabínicas dfe cada uno.

Entre los haridim los sexos están estrictamente separados. En el autobús o en la calle  hombres y mujeres están separados, incluso si son matrimonio. Algunos grupos piden a sus mujeres casadas que se afeiten la cabeza, ya que suscitan el deseo. Se ven muchas mujeres con pelucas.

 

La vida en el gueto

La yeshivá, a la  que solo asisten los hombres, es el centro de la vida de la comunidad haredí, de pequeños y mayores.  Dos de cada tres hombres dedican su tiempo exclusivamente al estudio  de la Torá y del Tamud.  El Estado los mantiene, con el gran problema que ello supone para la economía.  Esto, a la vez,  supone una regresión cultural en los niños, en los jóvenes y en los adultos ya que en la yeshiva  solo se estudia la Torá y el Talmud, nada de matemáticas, geografía, ciencias, lenguas.

Esta guetización cultural se ve reforzada por la prohibición de los teléfonos móviles, televisores y otros objetos de comunicación e información. Sólo los periódicos propios y los afiches en las  paredes de sus barrios les están permitidos.

Existe un verdadero deseo de erigir muros para no mezclarse con la cultura circuidamente. De hecho, viven en barrios separados como Mea Shearim o Geula. Tampoco aceptan hacer el servicio militar; ello les distraería de sus estudios.  

La mitad de la comunidad ultraortodoxa vive por debajo del umbral de la pobreza, debido a su forma de vida: las ayudas del Estado son pequeñas, cada vez más reducidas; los que trabajan lo hacen en empleos mal remunerados, dada su escasa cualificación; y las mujeres, que en su mayoría trabajan para permitir que su maridos estudien, no pueden hacerlo durante muchas horas, dadop el alto número de hijos a cuidar.

 

Una estilo de vida asfixiante

En el mundo haredim todo está codificado y se excluye todo cuestionamiento. Sin embargo, están surgiendo grupos que llevan una doble vida. En su barrio son como sus vecinos, nada los distingue, pero cuando salen, se cambian de ropa, se guardan la kipa en el bolsillo y tienen un móvil smartphone clandestino. No aceptan el tipo de vida que se les impone. ¿De cuantas personas se habla? ¡De miles! Se les llama “marranos”, el nombre que se les dio en la Península Ibérica a aquellos que tenían en casa  productos derivados del cerdo, para aparentar ser cristianos, pero que luego mantenían en la clandestinidad la fe judía.

Algunos, incluso, desertan oficialmente, con los graves problemas que ello conlleva. Dejar el mundo haredim es romper con la familia. Hay familias que  hasta celebran un funeral formal cuando alguuien, habitualmente jóvenes,  abandona el grupo.

Por otra parte, la apertura está llegando a los grupos haredim  por aquellos que, poco a poco, van entrando al mercado laboral. Se calcula que un tercio de ellos ha empezado a trabajar. Más, hay  mujeres que están empezando a estudiar materias seculares para obtener un trabajo que les permita a sus familias vivir más holgadamente, mientras sus maridos estudian. 



Masada, el último rincón de la resistencia judía contra los romanos

Masada es  una montaña aislada en la región oriental del desierto de Judea, próxima al Mar Muerto. Es conocida por su destacada importancia en los compases finales de la primera guerra judeo-romana, también conocida como la Primera Revuelta Judía, El asedio a la fortaleza por parte de las tropas del Imperio romano, en el año 73 d. C., condujo a sus defensores a realizar un suicidio colectivo, tras advertir que la derrota era ya inminente.

 

Herodes, el Grande

Si bien hay evidencias de poblaciones desde el siglo IV a. de C. y sobre todo en la época de los asmoneos, la importancia de Masada estriba en tres momentos importantes que se pueden descubrir en la visita del lugar: Palacio de Herodes, fortaleza de los rebeldes judíos y monasterio de monjes bizantinos.

 

Tras la conquista romana de Judea por Pompeyo, Herodes, el Grande, utilizó la fortaleza de Masada para albergar a su madre Cypros, su prometida Mariamne  y su hermana Salomé,  durante la invasión parta del año de Judea en el año 40 a. C. 

Posteriormente Herodes decidió fortificar Masada como posible refugio frente a su propio pueblo, ya que la mayoría de los judíos le detestaban por su origen idumeo, por restablecer el dominio romano y por eliminar a los últimos asmoneos. También le serviría como lugar de descanso personal y para albergar visitas de otros dignatarios que pudieran disfrutar con las impresionantes vistas del desierto de Judea, del oasis de Ein Guedi, del Mar Muerto y de las montañas de Moab.

 

La primera guerra judeo-romana

Setenta años después de la muerte de Herodes, en el año 66 d. C., dio comienzo la primera guerra judeo-romana. Flavio Josefo narra los acontecimientos en su obra La guerra de los judíos.

Según Josefo, los zelotes, "celosos de Dios", fueron el grupo principal que llevó el peso de la sublevación para liberar la provincia de Judea de la dominación romana. Otro de los grupos que también se sublevó fue el de los sicarios, rivales no obstante de los zelotes.

En el año de la rebelión, un grupo de rebeldes judíos degolló a la guarnición romana que se había apostado en la fortaleza para dominar la zona y se apropiaron de Masada.

 

Los celotes y sicarios encontraron en la fortaleza  un importante un arsenal de armas y municiones, así como numerosos y grandes almacenes bien surtidos de trigo, leguminosas, aceite, dátiles y, vino, bien conservados gracias al ambiente árido del desierto. Encontraron igualmente canales excavados en la roca que capturaban y conducían el agua de lluvia a las cisternas subterráneas. Habían sido construidos por Herodes y ampliados para los romanos. La fortaleza estaba por tanto preparada para resistir un sitio prolongado.

 

El asedio de Masada

Tras el asedio y destrucción de Jerusalén por Tito en el año 70,  sólo subsistían tres fortalezas desafiantes al poder romano: Herodión, Maqueronte y la propia Masada, que habían acogido a refugiados de Jerusalén. Pronto cayeron  Maquerone y El Herodion.  Restaba Masada,  desde la cual los rebeldes lanzaron numerosos asaltos contra unidades romanas y aldeas judías durante los dos años siguientes.

El gobernador romano de Judea, Lucio Flavio Silva, marchó hacia la fortaleza dispuesto a asediarla con un ejército compuesto por una legión romana y cuatro cohortes auxiliares.

Para albergar estas tropas dispuso la creación de ocho campamentos que rodearan la fortaleza y que acogían un contingente de 9.000 hombres, a los que había que sumar prisioneros judíos esclavizados. También se erigió una muralla que rodeaba la fortaleza, fundamental para el éxito del asedio.

 

Respecto a los accesos, sólo existían dos senderos que ascendían hasta la fortaleza. Uno de ellos, el "Camino de la Serpiente", consistente en un angosto y escarpado sendero que ascendía sinuosamente por el flanco oriental a lo largo de 5, 2 kilómetros, cuya estrechez y acusada pendiente imposibilitaba un asalto sobre Masada. El segundo era otro estrecho camino situado en la ladera occidental y custodiado desde la fortaleza, aunque era menos tortuoso, de forma que Flavio Silva optó por esta vía.

Pero después de numerosos y vanos intentos por abrir una brecha en las murallas de Masada, ordenó construir una rampa que ascendiera hasta su lado occidental, desde un promontorio denominado la Roca Blanca  situado a unos 150 m, por debajo de la cumbre de Masada. La construcción duró varias semanas, tras utilizar miles de toneladas de piedras y tierra apisonada, ubicadas sobre una pendiente de origen natural. Conformó así una de las mayores estructuras de asedio conocidas en época romana. Finalmente la rampa alcanzó unos 196 m. de base y 100 m. de altura, con un 51% de pendiente.

 

Flavio Josefo no registra ninguna acción importante de los zelotes y sicarios para impedir el avance romano, a diferencia de lo ocurrido en otros asedios anteriores contra fortalezas judías como en Maqueronte. La causa, comentan los historiadores, podría ser la progresiva falta de medios de los sicarios para combatir al ejército sitiador romano. También se ha especulado con la posibilidad de que la rampa hubiera sido erigida por los esclavos judíos del ejército romano, por lo cual los resistentes judíos se habrían mostrado reacios a atacar a otros judíos.

 

Tres meses después de haberse iniciado su construcción, y siete meses después de iniciarse el asedio, la rampa fue finalmente finalizada en la primavera del año 73, contando en su cumbre con una plataforma cuadrada de 22 metros de lado, lo que permitió el acceso a la fortaleza.

 

Orden de suicidio

Dentro de Masada, los rebelde judíos eran conscientes de que el asalto final del ejército romano llegaría en cualquier momento. Según el relato de Josefo, el entonces líder de los sicarios, Eleazar ben Yair, reunió la noche anterior a sus hombres, pronunciando un discurso donde les propuso darse muerte ellos mismos para evitar ser hechos prisioneros y vendidos como esclavos. De esta forma, los hombres mataron a sus familias y posteriormente eligieron por suertes a diez de ellos para quitar la vida al resto. Finalmente, entre estos diez eligieron de nuevo a uno que acabó con la vida de los demás, y antes de darse muerte prendió fuego a la fortaleza, excepto a los depósitos de víveres, para así demostrar a sus enemigos que actuaban por resolución, no por desesperación.

 

A la mañana siguiente los legionarios romanos colocaron pasarelas sobre la muralla  e irrumpieron en la fortaleza, preparados para combatir a los rebeldes, mas toparon con un silencio sepulcral y la visión del fuego y de los cuerpos sin vida de sus enemigos. Flavio Josefo señala que murieron todos los defensores, en número de 960, salvo una anciana y una mujer, parienta de Eleazar, que se habían refugiado junto a sus cinco hijos en una de las galerías subterráneas que conducía a las cisternas, y que fueron quienes relataron las últimas palabras que el líder sicario había pronunciado a sus hombres. Impresionados por la resolución de los rebeldes, los romanos perdonaron la vida a los supervivientes.

 

Masada tras la conquista

Con la conquista del último bastión rebelde judío concluyó la primera guerra judeo-romana. Tras la caída de la fortaleza, y pacificado todo el territorio de Judea, Silva replegó las tropas hasta Cesarea del Mar, dejando estacionada una unidad auxiliar en la meseta de Masada. Este acantonamiento se mantuvo  hasta principios del siglo II.

 

Después de su abandono, Masada permaneció deshabitada hasta principios del siglo V, cuando fue visitada por San Eutimio y su discípulo Domiciano, quienes erigieron en su cumbre una capilla que sería más tarde el núcleo de un pequeño monasterio de monjes ermitaños que vivían diseminados por la fortaleza y se reunían los domingos para comer y rezar juntos. La conquista árabe supuso el fin de esta comunidad y el abandono definitivo de Masada a mediados del siglo VII.

 

Lugares a visitar

Al lugar se accede por un teleférico. Conviene no perderse en la visita los palacios de Herodes, los  almacenes de armas y de alimentos, los casa de baños de Herodes, las cisternas del agua, los columbarios o criaderos de palomas, alimento básico de carne no impura para los judíos, la rampa de penetración del ejercito romano, la  sinagoga, la iglesia de los monjes bizantinos, ls residencias de los zelotes y sicarios…